Cuando una boda se organiza con tanto cariño como la de Marina y Alberto, se nota en cada fotografía (gracias JavierSojo)y en cada sonrisa. Su día grande tuvo lugar en un enclave único: el Baluarte de los Mártires, en pleno Cádiz, con la ceremonia civil y la celebración en un mismo lugar y con el mar como testigo.
Los invitados, llegados de distintas partes del país y del extranjero, quedaron fascinados por el entorno, por la calidez de la pareja… y por la cantidad de detalles pensados hasta el último minuto por la propia novia.
Una ceremonia con vistas al Atlántico… y un pequeño protagonista sobre ruedas
La ceremonia civil tuvo lugar bajo una carpa blanca, abierta al Atlántico. Los novios se sentaron bajo un aro decorado con eucalipto, rodeados de una puesta en escena elegante, fresca y llena de luz. Las vistas del mar, justo detrás, fueron un auténtico regalo para todos los asistentes.
Uno de los momentos más entrañables fue la llegada de su hijo Martín en un cochecito eléctrico hasta el altar. Aunque este pequeño gesto provocó un divertido retraso (¡se les olvidó la batería del coche!), la espera valió la pena y la entrada de Marina fue, aún así, espectacular.
El look de la novia fue uno de los más comentados: vestido, capa y tiara de Pronovias, sin velo, pero con una capa que transformó su silueta. El peinado, improvisado el mismo día… ¿El resultado? Impecable.
Un rincón de bienvenida con espejo, flores y vinilos personalizados
La decoración fue íntegramente diseñada por la propia Marina, que no contrató wedding planner. Apostó por una estética rústica con toques elegantes y mucha presencia de su color favorito: el mint. Uno de los rincones más bonitos fue el de bienvenida: un espejo decorado con vinilos personalizados daba la entrada al evento con un mensaje claro: «Bienvenidos a nuestra boda».
Junto a él, un montaje floral en eucalipto y paniculata blanca aportaba frescura y naturalidad. Las flores —también presentes en el ramo y los detalles de los niños— fueron clave para reforzar la identidad visual de la celebración.
Baile sorpresa antes de cenar y un seating plan que no dejó a nadie indiferente
Antes incluso de sentarse a cenar, la pareja sorprendió a todos con un baile grupal improvisado. Fue durante el atardecer y sin previo aviso: amigos, primos y novios se lanzaron a la pista en un momento espontáneo y muy divertido. Para ello, Marina se cambió a un vestido de Silvia Navarro que, aunque terminó roto entre bailes, cumplió con su misión: pasarlo bien.
Uno de los espacios más originales fue el seating plan, montado en un carrito decorado con botellas tipo damajuana, sobre las que colocaron los nombres de los comensales usando vinilos. Una idea que encantó a todos y que puede ser una inspiración perfecta para futuras parejas que quieran hacer algo DIY, estético y muy personalizado (Las listas de mesa de vinilo adhesivo las pidió a This Is Kool aquí)
Cena en el interior y detalles pensados para cada invitado
La cena tuvo lugar en el interior del Baluarte, en un salón elegante donde cada mesa seguía el mismo estilo botánico que había protagonizado la decoración. En cada plato, los invitados encontraron un marcasitios de madera personalizado con el nombre y decorado con paniculata blanca o con flor mint, según el destinatario.
Además del menú gaditano firmado por el prestigioso Catering El Faro, cada invitado recibió un regalo solidario en forma de donativo, y un pequeño recuerdo de madera que hizo las delicias de todos.
Una boda sin wedding planner, pero con muchísima personalidad
La boda de Marina y Alberto es el ejemplo perfecto de que una celebración auténtica, sin excesos, pero con buen gusto y mucho mimo, puede convertirse en un día inolvidable. Si queréis conocer un poco más sobre ella, mirad su perfil de instragram @tini_y_niti_home
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Cofundadora de This Is Kool. En 2003 conocí a Mar y a Mariona estudiando Arquitectura y más tarde nos enfrascarnos en montar juntas una tienda de diseño gráfico para eventos. Me encantan las bodas y soy adicta a las revistas de decoración y diseño.
